¿Qué es la esquizofrenia?
La esquizofrenia es una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo. Se calcula que de cada 100 personas, una padece esquizofrenia. Generalmente aparece en adultos jóvenes.
No puede decirse que sea una enfermedad de un determinado perfil de persona, sino que se presenta con una frecuencia similar en los diferentes niveles socioeconómicos, en las diferentes culturas mundiales y en ambos sexos (generalmente con un inicio más precoz en los varones).
Con objeto de explicar en qué consiste esta enfermedad, expondremos brevemente algunos datos sobre el funcionamiento del sistema nervioso:
El sistema nervioso está constituido principalmente por redes de un tipo de células especializadas, las neuronas. Las neuronas cumplen la función de recibir e integrar información y de enviar señales a otras células. Esto sucede por medio de unos circuitos de información complejos, que permiten que las neuronas se comuniquen entre sí mediante impulsos eléctricos, a través de unas sustancias llamadas neurotransmisores.
En el interior del cráneo es donde se encuentra el encéfalo, que forma parte del sistema nervioso, y donde se localizan las pautas de organización de nuestro pensamiento y comportamiento diarios.
La esquizofrenia es una enfermedad cerebral compleja en la que existe un funcionamiento defectuoso de los circuitos cerebrales con un desequilibrio entre los neurotransmisores. Como resultado de ello, se verán afectadas algunas de las funciones que rigen el pensamiento, las emociones y la conducta.
El funcionamiento defectuoso se asocia con: Anomalías estructurales en determinadas áreas del sistema nervioso central.
Uno de los principales neurotransmisores implicados en esta enfermedad es la dopamina, y muchos de los fármacos utilizados intentan actuar sobre ella. También existen otros neurotransmisores implicados, como la serotonina y el glutamato.
Hasta hace poco tiempo la sociedad ocultaba a los enfermos mentales tras la tapia del manicomio. La sociedad consideraba que la esquizofrenia, aun siendo una enfermedad muy frecuente, era tremendamente devastadora e incurable y ante la que poco podía hacerse. Esta situación hoy en día está cambiando, disponemos de muchos más recursos para afrontar la enfermedad y aunque sus bases no son bien conocidas sabemos ya bastante respecto a sus orígenes y a cómo tratarla.
En la actualidad existen importantes líneas de investigación y los estudios están demostrando que, gracias al tratamiento, el curso de la enfermedad es menos grave de lo que se consideraba anteriormente. El desarrollo de nuevos fármacos, con mejores perfiles de acción y menos efectos secundarios, ayuda a conseguir un mayor cumplimiento y eficacia del tratamiento. Estos proyectos de investigación en curso permitirán un conocimiento más preciso de la enfermedad y de su tratamiento. Con todo ello, pues, estamos obteniendo una visión más real, a la vez que optimista y desmitificada, de una enfermedad de relevancia destacada pero con la que es posible convivir logrando una calidad de vida aceptable.
¿Por qué aparece la esquizofrenia?
La esquizofrenia es el resultado de la interacción de numerosos factores. La teoría en la que se basan actualmente los científicos es que existiría una alteración en el desarrollo del sistema nervioso central, ya desde la vida prenatal, que podría explicar el funcionamiento anómalo posterior.
Los factores de riesgo que pueden predisponer a la enfermedad son:
Predisposición genética.
La esquizofrenia es más frecuente entre los familiares de los pacientes esquizofrénicos. Aun así, incluso entre gemelos genéticamente idénticos, es posible que uno tenga la enfermedad y el otro no. Por tanto, la genética tiene un peso importante como factor que facilita o que predispone el desarrollo de la enfermedad, aunque no siempre es el único determinante.
Porcentaje de aparición:
Población general: 1%.
Hermanos no gemelos: 8%.
Hijos de progenitor afectado: 12%.
Hijo de dos progenitores afectados: 40%.
Hermanos gemelos dicigotos: 12%.
Hermanos gemelos monocigotos: 47%.
Diversas alteraciones durante el desarrollo nervioso del feto (por ejemplo, infecciones prenatales), problemas durante el nacimiento o en el posparto, podrían estar asociados a un aumento del riesgo de sufrir la enfermedad.
Otros factores pueden actuar como moduladores sobre el curso de la enfermedad y precipitar su desencadenamiento o una recaída, como por ejemplo:
Estresantes ambientales.
Acontecimientos vitales entorno a una persona predispuesta pueden condicionar el inicio de la enfermedad o posteriores recaídas.
Incumplimiento de la medicación.
Muchas de las recaídas se deben a que existe un abandono de la medicación. Algunos de los factores que favorecen este incumplimiento son: el cansancio ante la necesidad de un tratamiento prolongado, la aparición de efectos secundarios, el estigma de estos medicamentos o la no aceptación de la enfermedad.
Consumo de sustancias tóxicas: el alcohol, el cannabis, los derivados anfetamínicos (por ejemplo el éxtasis) y la cocaína, entre otros, favorecen una peor evolución, con un mayor número de recaídas.
¿Cómo se manifiesta?
Cuando una enfermedad se localiza en el sistema nervioso central puede manifestarse con cambios de comportamiento, que pueden parecer «no correctos y poco habituales», pero que no son más que el resultado de una alteración en la zona cerebral que controla el comportamiento y el pensamiento coherentes.
Esta enfermedad incluye, pues, síntomas que traducirán la existencia de una alteración en los pensamientos, el afecto, las percepciones y la conducta de la persona.
Existe una gran variedad de manifestaciones clínicas, lo que en ocasiones puede hacernos pensar que diagnosticamos con el mismo nombre a pacientes que se parecen poco entre sí. Hasta el momento, existen diferentes subtipos de esquizofrenia descritos, según que predominen unos síntomas y signos más que otros, y según cómo se manifiesten en cada caso (paranoide, hebefrénica, simple, catatónica, etc.).
Los síntomas se clasifican en dos apartados: síntomas positivos y síntomas negativos.
Síntomas positivos: se conocen así las percepciones, ideas y comportamientos patológicos que presenta el enfermo, pero que no aparecen en la población general. No hay que atribuirlo a que «el enfermo se inventa cosas», porque realmente él cree que está viviendo en esa nueva y propia realidad percibida. En este momento no tiene conciencia de la enfermedad y no es recomendable contraponer de forma drástica sus ideas frente a las de los familiares. Entre estos síntomas, destacan los que se exponen a continuación. Otros síntomas que presentan estos enfermos y que no están incluidos en estas clasificaciones son: creer que la gente puede saber lo que piensan, que pueden imponerles determinados pensamientos, o robarles ideas propias, etc.
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Ideas delirantes: son aquellas creencias personales que tiene el paciente, quien cree, con total convencimiento de la realidad, que están sucediendo, cuando no es así. Según la temática de lo que explique podemos tener diferentes ejemplos de ideación delirante: creer que lo persiguen, que es una persona escogida por Dios, que todo el mundo lo observa...
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Alucinaciones: son aquellas percepciones sensoriales que el enfermo tiene sin que exista un estímulo. Las más frecuentes son las alucinaciones auditivas (oír voces cuando nadie está hablando), aunque también pueden ser visuales, gustativas...
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Desorganización del pensamiento: consiste en la incapacidad de organizar un pensamiento coherente, de manera que en muchas ocasiones el lenguaje resultará inconexo y carente de sentido.
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Alteraciones de la conducta: pueden aparecer conductas extravagantes y erráticas, sin ninguna finalidad clara.
Síntomas negativos: se llaman así porque las conductas habituales de la población general no afectada faltan o están disminuidas en el enfermo. A veces pueden ser más difíciles de detectar puesto que, en un primer momento, no llaman tanto la atención.
De entre todos los síntomas, los observados con más frecuencia en pacientes esquizofrénicos son: falta de conciencia de la enfermedad, afectividad aplanada, retraimiento social, ideas delirantes, pérdida de intereses y del cuidado del aspecto personal, alucinaciones auditivas y apatía. La falta de conciencia de enfermedad es uno de los que más dificultan el tratamiento y complican el pronóstico.
Otros síntomas son:
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Apatoabulia: pérdida de la iniciativa para desarrollar propósitos y finalizarlos.
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Anhedonia: pérdida de la capacidad de disfrutar con las cosas que habitualmente le gustaba hacer.
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Aislamiento social: disminución del interés por las relaciones sociales, con tendencia a las actividades solitarias.
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Afectividad aplanada: reducción de la intensidad de la expresión y de la respuesta emocional. Se manifiesta por expresión facial inmutable, disminución de los movimientos espontáneos, pobreza en la gesticulación, poco contacto visual, disminución del tono de la voz y de la cantidad de palabras cuando habla.
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Otros: lentitud o bloqueo en la conversación, dificultades para establecer relaciones con otras personas, etc.
Bases del diagnóstico de la esquizofrenia.
En la actualidad, el diagnóstico de esquizofrenia se realiza a través de la historia clínica del paciente y de la información de los familiares y compañeros. Es decir, como sucede con otras enfermedades, se diagnostica según unos criterios clínicos, una vez descartadas otras enfermedades (con diversos análisis y pruebas de neuroimagen).
No existe una prueba específica cuyo resultado positivo confirme el diagnóstico de esquizofrenia o el negativo lo descarte. A pesar de ello, existen una serie de exploraciones que, en cualquier paciente en quien se sospeche esta enfermedad, pueden ayudar al diagnóstico y al pronóstico de cada caso.
El diagnóstico de la esquizofrenia sigue estando basado en la historia clínica y en el examen psicopatológico. Para aportar mayor validez y fiabilidad al diagnóstico se dispone de criterios operativos consensuados por la comunidad científica, tales como el CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud.
Se ha observado que estos enfermos suelen presentar menor rendimiento en ciertas pruebas neuropsicológicas, sobre todo en aquellas que requieren atención, memoria y capacidad de planificación.
El reto de la psiquiatría actual consiste en identificar marcadores biológicos que permitan objetivar el diagnóstico clínico y predecir la respuesta al tratamiento. Para progresar en ese sentido se cuenta con nuevos sistemas de diagnóstico por la imagen.
¿Cómo evoluciona la esquizofrenia?
La esquizofrenia es una enfermedad con tendencia a la cronicidad. Suele empezar por una fase que puede durar días, meses, o incluso años, en la que aparecen cambios mínimos en el carácter, disminuye el rendimiento escolar, aumenta la ansiedad y se produce cierto aislamiento social.
Puede existir, aunque no siempre, algún estresante ambiental (muerte de algún familiar, entrada en la universidad, consumo de sustancias tóxicas) que facilite la aparición del primer episodio psicótico, en el que generalmente predominan los llamados síntomas positivos, aunque existe algún tipo de esquizofrenia en la que estos síntomas no aparecen nunca.
Cuando aparece el primer episodio psicótico puede ser necesaria la hospitalización del enfermo y la instauración del tratamiento que tendrá que seguir de forma prolongada. Tras la remisión del episodio, el enfermo puede conseguir buena adaptación en la esfera laboral, social y familiar.
Con el tiempo pueden aparecer recaídas, o los síntomas pueden no remitir en su totalidad, aunque es más frecuente que, a la larga, los síntomas positivos no sean tan destacados como los negativos. Estas recaídas, de producirse, suelen ser más leves y en menor número si se consigue, con la ayuda de la familia y del equipo médico, que el enfermo sea consciente de la enfermedad y de su control terapéutico. La evolución puede ser diversa tras un primer episodio.
Evolución cronificada (43%)
Ausencia de recaídas (22%)
Recaídas (35%)
Son factores de buen pronóstico:
Mantener un ritmo de vida con cierta estabilidad de horarios laborales y de sueño.
Evitar el consumo de sustancias tóxicas, etc.
Cumplir de manera estricta la medicación y los controles.
Tener un inicio tardío.
Tener una buena adaptación previa, con inicio agudo, coincidiendo con factores vitales estresantes.
Responder bien a la medicación.
Pertenecer al sexo femenino.
No tener antecedentes familiares o un historial familiar de trastornos afectivos (depresiones, trastorno bipolar).
Pertenecer al subtipo paranoide, con predominio de síntomas positivos.
No presentar alteraciones en la neuroimagen y tener buenos resultados en las pruebas neuropsicológicas.
¿Cómo se debe hacer frente a la enfermedad? - Fármacos
El tratamiento de la esquizofrenia incluye un conjunto de medidas farmacológicas y psicológicas y de recursos sociales que tienen la finalidad de actuar potenciándose unos a otros para lograr la remisión de los síntomas y la adaptación aceptable del enfermo en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
En el primer momento de la fase aguda, el tratamiento es básicamente farmacológico. Los fármacos más utilizados son los antipsicóticos, que restablecen el equilibrio de algunos de los neurotransmisores alterados (por ejemplo, inhibir la acción de la dopamina bloqueando los receptores donde actúa). Entre los antipsicóticos pueden diferenciarse dos tipos:
Antipsicóticos típicos o clásicos y nuevos antipsicóticos o atípicos. Los nuevos fármacos antipsicóticos han mejorado las expectativas de eficacia del tratamiento, al disminuir los efectos secundarios.
En general, estos fármacos deben tomarse diariamente por vía oral. En la actualidad ya están disponibles nuevos antipsicóticos para su administración por vía intramuscular, como es el caso de la ziprasidona. Existen otros preparados farmacológicos, llamados depot, que se administran una vez cada 7-21 días por vía intramuscular.
Es muy importante que se mantenga la medicación incluso cuando el enfermo ha mejorado, ya que su abandono supone un aumento del riesgo de recaída.
En la década de los 50, Delay y Deniker introdujeron la clorpromazina como el primer antipsicótico para la práctica clínica. Tres décadas más tarde, Wagner visualizó in vivo mediante PET, los receptores sobre los que actúan los antipsicóticos.
Desde entonces, un campo primordial en la investigación de la esquizofrenia es el estudio de los receptores cerebrales mediante fármacos marcados que se acoplan selectivamente a los distintos tipos de receptores de la dopamina (D1 y D2), de la serotonina, de las benzodiacepinas, etc. ESTOS FÁRMACOS, DENOMINADOS RADIOFÁRMACOS, PERMITEN LA VISUALIZACIÓN DE LOS RECEPTORES NEURONALES UTILIZANDO EQUIPOS DE DIAGNÓSTICO POR LA IMAGEN PET y SPECT.
La mayoría de los estudios con PET se han centrado en los receptores D2. La implicación de estos receptores en la patología de la esquizofrenia se apoya en dos hechos:
· Es el mecanismo principal de los fármacos neurolépticos, que actúan bloqueando los receptores D2.
· Los estudios de receptores postmortem, que señalan un aumento de receptores D2 en pacientes esquizofrénicos.
Estos estudios tratan de cuantificar el número de receptores de la dopamina (D2) en las membranas neuronales.
En el momento actual existe discrepancia entre los distintos equipos de investigación.
Según la hipótesis clásica de la esquizofrenia, el bloqueo de receptores D2 es una característica esencial para que un fármaco neuroléptico tenga eficacia clínica. La potencia se relaciona con el grado de bloqueo D2.
Sin embargo, los antipsicóticos atípicos producen un menor bloqueo de los receptores D2 y esto tiene implicaciones en el tratamiento de la esquizofrenia, ya que pueden producirse menos efectos adversos.
La eficacia de los antipsicóticos atípicos implica además la participación de otros neuroreceptores, tales como determinados receptores de la serotonina y otros receptores de la dopamina distintos de los D2.
El desarrollo de nuevos antipsicóticos ha abierto nuevas perspectivas en el tratamiento por su capacidad para actuar sobre síntomas negativos, cognitivos y afectivos.
El rápido desarrollo de la instrumentación, junto con la mayor disponibilidad de radiofármacos, cada vez más específicos, permitirá comprender mejor la acción de los diferentes antipsicóticos sobre los diferentes receptores cerebrales y como consecuencia de ello una monitorización del tratamiento farmacológico así como el desarrollo de nuevos antipsicóticos.
¿Cómo se debe hacer frente a la enfermedad? - Intervenciones psicológicas.
De forma complementaria, son muy importantes también las intervenciones psicológicas.
Entre éstas destacan las técnicas cognitivoconductuales, el entrenamiento en habilidades sociales, la psicoeducación de la familia, etc. Hay que intentar conseguir una conciencia aceptable de la enfermedad para facilitar el interés del paciente por mejorar diferentes aspectos entorno a la adaptación.
¿Cómo se debe hacer frente a la enfermedad? - Familia y entorno
Cuando el paciente esquizofrénico presenta el primer episodio de la enfermedad suele estar conviviendo en el ámbito familiar. Es posible que los familiares hayan ido observando ciertos cambios en su comportamiento, que no saben a qué atribuir, de manera que es fácil que se sientan desconcertados e incluso atemorizados por la situación.
Tiene que existir una buena comunicación con los familiares para poder aportarles la información y la educación necesarias para que entiendan la enfermedad, y así compartir las necesidades del paciente para poder ayudarlo.
En un primer momento, y para poder realizar una intervención precoz, es importante que cuando se observe que un familiar presenta conductas extrañas, dice incoherencias o tiende poco a poco al aislamiento, se consulte a un médico o a un especialista, a un centro de salud mental o a un hospital para poder valorar si podría ser el inicio de una patología psiquiátrica.
Si un familiar es diagnosticado de esquizofrenia, pida información sobre la enfermedad a los profesionales y huya de «antiguos tabúes» y de informaciones tergiversadas.
Deberían intentar evitarse en lo posible las situaciones de conflicto en la familia para reducir así los factores estresantes que influirían de forma contraproducente en la evolución del paciente. No es recomendable ni una sobreprotección excesiva ni una conducta pasiva ante el enfermo.
Debe motivar al paciente para que tome la medicación y siga los controles psiquiátricos y psicológicos.
Intente hacer un esfuerzo por entender lo que le pasa al enfermo y su comportamiento, sin recriminarle ni burlarse de él, ya que nadie es culpable de esta enfermedad.
Al aparecer los síntomas psicóticos no se trata de darle la razón ni de negarle lo que está diciendo; hay que explicarle que entendemos cómo se siente y que por este motivo queremos ayudarle. Después sería importante contactar con su médico, o si el trastorno psiquiátrico del enfermo está muy descompensado, avisar al servicio de urgencias para que lo visiten rápidamente en un centro hospitalario.
Las familias que logran ayudar con éxito al paciente son las que saben aceptar la enfermedad, con sus consecuencias, y la ayuda ofrecida. También desarrollan una esperanza realista para el paciente y para sí mismos, entendiendo que es posible hacer frente a la enfermedad y vencerla.
El paciente esquizofrénico, ¿es agresivo?
Los pacientes esquizofrénicos son personas por lo general tranquilas, pacíficas y que no se caracterizan por realizar agresiones, aunque los medios de comunicación o las ideas de la población general puedan divulgar una información errónea del comportamiento del enfermo mental, que no se ajusta a la realidad. Es más, estos pacientes tienden, incluso, a eludir y a evitar situaciones problemáticas y prefieren estar solos. Sí es cierto que en momentos de descompensación de la enfermedad, en el contexto de reaparición de los síntomas psicóticos, pueden mostrarse inquietos, agitados y, en casos esporádicos, cometer actos de autoagresiones o de heteroagresiones, aunque no suele ser una conducta frecuente.
¿Podemos hablar de esquizofrenia tras un primer episodio psicótico?
La fiebre es un síntoma que puede darse en muchos tipos de infección. Igualmente, un primer episodio psicótico, es un cuadro clínico que puede darse en muchos tipos de enfermedades, no necesariamente en la esquizofrenia; muchas enfermedades psiquiátricas, como el trastorno bipolar, entre otros, y muchas enfermedades orgánicas pueden producir cuadros muy parecidos.
Terapia electroconvulsiva
En determinados casos también es eficaz la terapia electroconvulsiva, tratamiento que se ha modernizado notablemente.
¿Qué se puede hacer para mejorar el pronóstico?
El pronóstico depende fundamentalmente de que se aborde lo antes posible la enfermedad de manera que se realice un adecuado tratamiento y que la evolución sea lo menos prolongada posible.
Otros factores que determinan el pronóstico son: un ambiente lo más distendido posible y la ausencia de tóxicos.
La esquizofrenia, ¿produce siempre los mismos síntomas?
Los síntomas de la esquizofrenia son muy variados; habitualmente se dan ideas delirantes y alucinaciones pero no siempre están presentes. Lo que sí que sucede casi siempre es una forma brusca de ruptura de la biografía del sujeto, que deja de comportarse como lo hacía habitualmente. Además, suelen existir síntomas afectivos, depresivos o de otro tipo, desorganización del comportamiento y una incapacidad de adaptarse al entorno.
La esquizofrenia, ¿siempre evoluciona negativamente?
Aunque no siempre, la esquizofrenia tiene tendencia a evolucionar de una forma crónica. No obstante, esto no quiere decir que el pronóstico sea negativo a largo plazo. Hay muchas enfermedades que, aun siendo crónicas, no interfieren en la capacidad de adaptación del sujeto en su calidad de vida; la miopía, por ejemplo, o la diabetes, a pesar de ser situaciones que acompañarán siempre al sujeto, pueden permitir que tenga una calidad de vida muy buena.
En la esquizofrenia se cumple una regla, la de los tres tercios, que dice que un tercio de los pacientes evoluciona favorablemente, un tercio de una forma estable, y un tercio desfavorablemente.
¿Por qué se producen las recaídas?
Las recaídas no siempre son evitables. En algunas ocasiones se producen de una forma espontánea, y que no tiene que ver con factores externos a la propia enfermedad. La esquizofrenia es una enfermedad que tiene tendencia a la recurrencia, pero las posibilidades de recaída son mucho más altas en aquellos pacientes que consumen tóxicos, o en los que abandonan el tratamiento de una forma precoz.
¿Cuáles son los riesgos más frecuentes?
Los riesgos de la esquizofrenia tienen que ver con la propia enfermedad y son fundamentalmente: el riesgo de suicidio y el riesgo de tener menos salud física que el resto de pacientes. Los pacientes esquizofrénicos se cuidan menos en todos los aspectos, y también el sistema sanitario y la propia familia suelen estar más preocupados por su salud psíquica que por su salud física. Esto y el consumo de tóxicos hace que tengan un riesgo mucho más elevado de padecer patologías médicas muy diversas.
¿Se tendrá que tomar siempre la medicación?
La medicación debe ser una constante en el tratamiento de la esquizofrenia. En aquellos pacientes en los que haya existido un único episodio puede considerarse la posibilidad de mantener el tratamiento únicamente durante un periodo de tiempo limitado; pero siempre que haya habido más de un episodio será necesario mantener la medicación durante periodos prolongados o indefinidamente. Hoy en día los medicamentos tienen mejor perfil de tolerancia, los efectos secundarios se controlan y esto no suele ser un handicap comparado con los inconvenientes de abandonar al paciente a una evolución espontánea de la enfermedad.
Teoría del neurodesarrollo
Una nueva teoría, la teoría del neurodesarrollo, explica el origen de los trastornos descritos. Según la teoría del neurodesarrollo, la desorganización neuronal es propia de una interrupción de la migración de las neuronas durante el segundo trimestre de la gestación. Esto provocaría posicionamientos celulares anómalos que darían lugar a patrones de conectividad alterados cuando las neuronas establecen sus redes. Según esta teoría, la esquizofrenia respondería a un modelo multifactorial que implicaría un factor genético activado durante el desarrollo cerebral en el segundo trimestre del embarazo y un factor ambiental, complicaciones perinatales que afectarían al desarrollo cerebral de forma adversa.
La esquizofrenia constituiría una enfermedad del neurodesarrollo y no una enfermedad degenerativa.
La maduración cerebral no termina en la adolescencia, sino que continúa durante la edad adulta; la aparición de actividad psicótica durante este periodo puede tener efectos adversos a largo plazo sobre el cerebro. Estos hechos podrían explicar la evolución de la enfermedad hacia el deterioro.