Frágil, sumisa, hipersexualizada, insegura, infantil y triste, tremendamente triste. Así es el demoledor retrato de Marilyn Monroe que pinta Joyce Carol Oates en su novela 'Blonde', cuya polémica versión cinematográfica ha resucitado el mito con una crudeza bastante complicada de digerir.
Pero, más allá de esa Monroe mercantilizada y convertida en mero objeto sexual por una industria que la explotó menospreciando su valía humana y profesional, la película muestra a una Norma Jean devastada por un complicadísimo cuadro de problemas mentales que su psiquiatra, Ralph Greenson, no dudo en desvelar tras su fallecimiento.
"Cuando comenzaron a tratarla, en los años 50 del pasado siglo, se dijo que padecía esquizofrenia, depresión, etc. En aquella época, sin embargo, no se contaba con los medios de los que disponemos hoy para estudiar el cerebro y su vinculación con los síntomas que presentaba la actriz por lo que poder hablar de su diagnóstico concreto resulta muy complicado", explica Isabel Serrano-Rosa, directora y psicóloga de EnPositivoSí.
Tradicionalmente, continua esta psicóloga, "ya se sabía que el impulso natural de apego nos lleva a buscar en los demás una relación segura, de confianza y de seguridad que se convierta en el núcleo central sobre el que construiremos nuestra imagen de nosotros mismo y de lo que somos. Pero, ahora, gracias a la resonancia magnética funcional que nos permite estudiar el cerebro, se está pudiendo constatar que los adultos que, como Marilyn Monroe, tuvieron una infancia con carencias emocionales importantes, maltratos o abusos presentan dificultades en el desarrollo de los mecanismos de las áreas de la empatía y, por extensión, las que les llevan a vincularse con los demás".
Para entender mejor el sufrimiento que padeció la actriz, Serrano-Rosa nos propone "coger como referencia al que, para mí es el mejor autor en temas sobre empatía y sistema de apego, Simon Baron-Cohen, en cuyo libro 'La Ciencia del Mal', encontramos una breve reseña sobre Marilyn cuando habla del trastorno 'borderline' o trastorno límite de personalidad(TLP)".
Los 'borderline', explica esta especialista, son "muy complejos y su problema suele estar ligado a otras patologías como trastornos de la alimentación, consumo de drogas, alcoholismo, etc".
Curiosamente, mientras que algunos resultan "muy agresivosy difíciles de llevar", otros se muestran "extremadamente dependientes, como bebés que necesitan muchas atenciones, pero, al no haberlas recibido durante sus primeros años de vida, no las reconocen cuando se las prestan".
En su caso, esa falta de experimentación de la seguridad que produce el vínculo de apego hace que, "cuando les llega el amor, se activen en su mente todas las luces de alarma que provocan el miedo al dolor o al abandono y lo rechazan".
Otro de los rasgos que los caracterizan son "unos cambios de humor muy bruscos; pasan del amor más dependiente al rechazo más cruel".
También son "muy impulsivos y, según Baron-Cohen, un tercio de los 'borderline' pueden presentar conductas suicidas".
Al no saber leer al prójimo, son incapaces de elaborar una respuesta y, por lo tanto, de experimentar empatía. "Son, una vez más, como bebés que están centrados en sí mismos porque sus necesidades son demasiado potentes. No consiguen adentrarse en el mundo de la persona que tienen al lado, pero, a la vez, no pueden estar solas y esto es terriblemente doloroso. La línea que separa el amor y el odio es todavía muy sutil que en el resto".
El tratamiento es complicado y "pasa por convertirte en una figura de apego para ellos que les dé seguridad y también el establecimiento de límites". También es esencial, prosigue, que "interioricen que el amor también conlleva cuidarse a uno mismo porque son muy autodestructivos».
Nadie como Arthur Miller, su tercer esposo, para ayudarnos a descifrar cómo era esa Norma Jean que latía bajo la piel de Marilyn Monroe. "De pronto, emerge en ella una sensibilidad lírica y poética que pocos conservan más allá de la adolescencia", escribió.
"Lo cual nos confirma que Monroe -apostilla Serrano-Rosa- fue siempre una niña encerrada en un seductor cuerpo de mujer que, tan pronto sacaba a relucir su cara más egoísta y manipuladora de adolescente, como se mostraba desvalida como un bebé al que tenía que rescatar».
Gema García Marcos, El Mundo.