La vida para el estilo límite es concebida como una supernova de emociones extremas. Todas las acciones que llevan a cabo las hacen con una intensidad ferviente. Su incesante búsqueda de nuevas experiencias convierten a estas personas en cazadores de emociones límite, con la finalidad de ocupar el vacío existencial que les ahoga. Ningún otro tipo de personalidad vive tan impetuosamente como el estilo límite, ni es capaz de resistir sus fluctuaciones emocionales resultado de sus vivencias. Así, de entre las características más distintivas de este estilo de personalidad podemos apuntar las siguientes (Oldham y Morris, 1995):
- Necesitan estar vinculados sentimentalmente a alguien de forma intensa.
- Sus relaciones se rigen por la pasión; para ellos nada es superfluo, y siguen la ley del "todo o nada".
- En el terreno emocional lo entregan todo de forma activa y esperan ser corres*pondidos del mismo modo.
- Son personas espontáneas a las que no les amedrenta nada; buscadores de riesgo y poseedores de un significado diferente de la diversión, concebida como sin límites.
- Una de sus principales características es su tremenda actividad y creatividad, así como su capacidad de inducción sobre los demás debido a su gran iniciativa.
- Su gran curiosidad les hace poseedores de una inquietud por lo desconocido que les lleva a embarcarse en el conocimiento de nuevas culturas y filosofías de vida.
El estilo de personalidad límite podría definirse como el antagonismo fuego-hielo según palabras de Morris y Oldham (1995). Y esto es así porque las dicotomías son una constante en todos los ámbitos de vida de los límite. Las personas con este estilo de personalidad pueden amar como el que más y odiar como el que más, también. Es por ello que sus relaciones emocionales suelen fluctuar y ser efímeras. Al comienzo de una relación, sea de tipo amorosa, amistosa o familiar, se entregan por completo; sin embargo, a medida que se van avanzando en ésta, las cosas no son lo que pudieran parecer en un principio. El límite va acortando distancias con la otra persona, hasta tal punto que llega a asfixiarla. Pretenden llenar su mundo con el del otro. El mundo hay que verlo desde su propio prisma; si no es así abandonan rápidamente los lazos afectivos.
Las relaciones prolongadas pueden resultar harto difíciles con un límite. AI igual que ellos entregan su alma, se creen merecedores de tal ofrenda para sí por parte de los demás; hasta tal punto que cualquier pequeña desviación de lo que ellos consideran "perfecto" puede costar una gran disputa y la ruptura con la pareja. Unido a esto, su incesante búsqueda de placer y emociones hace que constantemente disfruten del momento, lo que les impide, en la mayoría de los casos, programar planes de futuro en cualquier ámbito de sus vidas. Los grandes atracones de comida, el derroche de grandes sumas de dinero y su acelerada vida en general, pudieran quedar explicadas por esta particularidad de los límite.
Experimentan las emociones cual volcán en erupción y son capaces de pasar del llanto a la risa por motivos que para el resto del mundo pudieran resultar superfluos. Del mismo modo "sienten más" que el resto de estilos de personalidad, con todas las consecuencias. Cuanto más pronunciados sean los rasgos de límite más frecuentes serán los cambios de humor que experimenten. Sin embargo, son personas capaces de tener a su alrededor a mucha gente que les aprecia, si bien ellos no son capaces de detectar el cariño que les procesan, puesto que para ellos sólo existe una forma de amar y es "plenamente". Por eso, necesitan continuamente demostraciones de afecto y, aún así, siempre encontrarán algo por lo que recriminar que no se les tiene estima. Su incesante búsqueda de identidad promueve que sean personas capaces de experimentar diferentes estilos de vida y regirse por diferentes filosofías en cortos períodos de tiempo, si esto les aporta la gratificación inmediata que necesitan.
Si tuviéramos que elegir un estilo de personalidad que pudiera resultar la pareja ideal para el tipo límite, éste sería el obsesivo-compulsivo, porque posee unas características "balanza" para el estilo límite, como son la sensatez, la responsabilidad y la firmeza. Sin embargo, la unión no sería del todo perfecta, puesto que el límite se cansaría pronto del tipo obsesivo-compulsivo (dependiendo de la más o menos intensa inclinación de aquél). No obstante, lo más común es que se sientan fuertemente atraídos por un tipo antisocial, puesto que responden a su pasión desenfrenada, aunque sería una relación fugaz, ya que no se soportarían mutuamente, puesto que el antisocial no está dispuesto a responder a las continuas exigencias del inestable. El tipo paranoide puede resultarles atrayente debido a la sensación de desarraigo con el mundo. Por otro lado, el tipo esquizotípico pudiera resultarles grato por su polaridad y extremismo. Y, finalmente, de la unión con un tipo dependiente pudiera resultar una relación prolongada en el tiempo, que le dé alas para dar rienda suelta a su capacidad de posesión sobre la pareja.
Cómo relacionarse con un tipo límite
Oldham y Morris (1995) apuntan unas pautas generales para tratar con este tipo de personalidad inestable y que no resulte del todo un fracaso. Así, aconsejan que una vez que el inestable le haya subido a las nubes y le haya hecho sentirse la persona más maravillosa del mundo, usted debe dejarse seducir, adular y encantar; relájese y disfrute del momento, puesto que pronto llegará el tiempo en el que al inestable, usted le parezca el ser más "mundano" y detestable que haya conocido. Debe estar preparado para la reconstrucción de su autoestima, puesto que se convertirá en el pan de cada día, si la relación persiste. Llegado a este punto, sería conveniente que la comunicación entre el inestable y su pareja sea fluida, puesto que es necesario recordarle continuamente que el mundo no es ni blanco ni negro, sino que hay gran variedad de colores, tantos como personas. Pedirle comprensión y tolerancia para con la pareja debería convertirse en la piedra angular de la relación, así como hacerle ver que es de suma importancia para la gente que le rodea que la acepte tal y como es.
Los constantes cambios de estado de ánimo pueden resultar imposibles de soportar. Sin embargo, la calma, la serenidad y la coherencia son las armas principales para combatir sus reacciones desmesuradas ante situaciones nimias. Estas herramientas, junto a grandes dosis de cariño, resultarán de gran utilidad para mantener esa relación tan apasionante que sólo un límite le puede ofrecer.
Diagnóstico diferencial y comorbilidad
Los sujetos con un TLP pueden manifestar un patrón de boicoteo hacia sí mismos en el momento en que van a alcanzar un objetivo (p. ej., abandonar la universidad justo antes de licenciarse, terminar con una relación justo cuando comienza a ir bien). Algunos individuos pueden desarrollar síntomas casi psicóticos (p. ej., alucinaciones, distorsiones de la imagen corporal, ideas de referencia, etc.) durante épocas de estrés (APA, 2000).
Numerosos trastornos del Eje I pueden darse conjuntamente con el TLP, incluyendo el consumo de sustancias psicoactivas, trastornos de la alimentación, trastornos del control de impulsos, trastornos por déficit de atención y trastorno por estrés postraumático. La comorbilidad del TLP con los trastornos del estado de ánimo es amplia y problemática, en parte debido a la sintomatología que se solapa (Widiger y Trull, 1993). Estos autores, en una revisión de toda una serie de estudios, encontraron que una media del 32% de los pacientes con un TLP tenía depresión mayor, el 17% distimia, el 5% ciclotimia y el 4% trastorno bipolar. Algunos sujetos con un TLP pueden llegar a sufrir un trastorno esquizoafectivo y, desde luego, el trastorno se ha relacionado muy frecuentemente con síndromes por abuso de sustancias psicoactivas, como el alcohol, la cocaína, el speed y el crack, ya que algo muy denotativo de los TLP es su afán por experimentar formas variadas de realidad en busca de su propia identidad.
El TLP también se solapa ampliamente con otros trastornos del Eje 1, siendo pocos los sujetos límite que no tienen el diagnóstico de otro trastorno de la personalidad. La concurrencia es especialmente importante para los trastornos histriónico, dependiente, antisocial y esquizotípico y, en menor medida, para el narcisista, el evitativo, el pasivo-agresivo y el paranoide (Widiger y Trull, 1993).
Dados los numerosos trastornos del Eje I y del Eje II que pueden darse junto con el TLP es necesario establecer un diagnóstico diferencial. En primer lugar se encuentra la diferenciación con los trastornos del estado de ánimo. Una importante diferencia entre ambos reside en la historia del desarrollo de la perturbación: los trastornos del estado de ánimo suelen tener un inicio brusco. Otra distinción se refiere a que en estos trastornos suele haber estímulos desencadenantes externos mientras que las perturbaciones del TLP parecen depender de déficit internos, sin mucha concordancia con eventos ambientales. Además, los síntomas de los trastornos del estado de ánimo son más egodistónicos que los del TLP.
Turner (1996) hace unas puntualizaciones que pudieran ayudar a realizar las distinciones entre la esquizofrenia límite y el TLP con períodos breves psicóticos. La esquizofrenia límite se caracteriza por las relaciones socialmente torpes y distantes, mientras que el TLP se distingue por las relaciones con cargas afectivas y necesitadas. En aquellas ocasiones en las que los cambios de personalidad surgen y persisten después de que el sujeto haya estado expuesto a un estrés extremo, sería conveniente considerar la posibilidad de trastorno por estrés postraumático, ya que suele ser muy frecuente, tal y como veremos más adelante la concurrencia con abusos sexuales y malos tratos durante la infancia.
Con respecto al diagnóstico diferencial de los trastornos del Eje II hay algunos de estos trastornos con síntomas que pueden confundirse con los del TLP. Así, aunque el trastorno histriónico de la personalidad se caracteriza por la búsqueda de atención, el comportamiento manipulador y las emociones que cambian con rapidez, el TLP se diferencia por la autodestructividad, las rupturas airadas de las relaciones personales y los sentimientos crónicos de un profundo vacío y soledad. Las ideas paranoides pueden darse tanto en el TLP como en el trastorno esquizotípico de la personalidad, pero en el TLP esos síntomas son más pasajeros y aparecen en respuesta a situaciones estresantes. Aunque el trastorno paranoide y el trastorno narcisista de la personalidad pueden caracterizarse por una reacción airada antes estímulos triviales, la relativa estabilidad de la autoimagen, así como la ausencia de aspectos autodestructivos, de impulsividad y de preocupaciones por el abandono los diferencian del TLP. Con respecto al trastorno antisocial de la personalidad tienen en común el comportamiento manipulador, pero las razones del TLP consisten en lograr el interés de quienes se ocupan de él mientras que en el trastorno antisocial de la personalidad es más para obtener beneficio material. Tanto el trastorno de la personalidad por dependencia como el TLP temen de forma notable el abandono, pero este último reacciona con sentimientos de vacío emocional, rabia y exigencias, mientras que el trastorno de la personalidad por dependencia reacciona con un aumento de la sumisión y la búsqueda urgente de una nueva relación que reemplace la anterior (APA, 2000).
Manual de trastornos de la personalidad, descripción evaluación y tratamiento.
Autor: Vicente E. Caballo, doctor en psicología, catedrático de psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (España).