Portal sobre el trastorno límite de la personalidad

Chica triste borderline

 

Los padres de una joven con trastorno límite de la personalidad relatan los problemas de esta enfermedad y suplican una mayor atención social - La asociación Asvatp lamenta la falta de centros especializados.

El pasado miércoles Raquel -nombre ficticio para preservar su anonimato- cumplió 20 años. No hubo celebración alguna. La joven pasó el día interna en la unidad de psiquiatría de un centro hospitalario después de que intentara quitarse la vida apenas 24 horas antes. Sus padres descubrieron hace unos meses que padece trastorno límite de la personalidad, una enfermedad mental que provoca inestabilidad emocional, pensamientos extremadamente polarizados, y afecta a las relaciones interpersonales y el control de los impulsos. Ayer, Día Mundial de la Salud Mental, analizamos junto a estos padres los problemas a los que se enfrentan los pacientes y familiares de esta psicopatología, hasta hace bien poco, la gran desconocida.

«Yo siempre he dicho que mi hija tenía algo en la cabeza, pero nadie me hizo caso. Quizás si se hubiera tomado la medicación adecuada no habríamos llegado a estos extremos», relata la madre de la joven, quien recuerda que ya con 14 años «veía en ella reacciones violentas que no eran normales». «Al pasar un rato me pedía perdón y decía que era su carácter», recuerda.

El trastorno límite de la personalidad se caracteriza por una continua alteración de la conducta con periodos de total tranquilidad y muestras de agresividad ante situaciones de frustración, que suelen ir acompañadas de posteriores intentos de autolisis al darse cuenta de su estado. «Es una vorágine continuada, instantes dulces, engañosos, ..., es una condena, la culpa y la impotencia se comparten entre familiar y enfermo», remarcan desde la Asociación Valenciana de Trastornos de la Personalidad (Asvatp).

«Cuando está bien es un ángel, pero cuando se pone así y pierde el control es el demonio», confiesa el padre de Raquel tratando de contener las lágrimas. «Hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano pero al ser mayor de edad no podemos mantenerla en un centro sin su consentimiento», explica Juanjo, quien teme por la integridad física de su hija una vez la dejen en la calle y tenga que volver a casa, ya que ha intentado suicidarse hasta en cinco ocasiones.

Aunque los progenitores de la joven han solicitado ya varias veces la incapacitación de ésta para poder ingresarla en un centro y evitar así que pueda salir y entrar a su antojo, ya les han notificado que el próximo miércoles deberá abandonar la unidad de psiquiatría. Asimismo, el anterior centro privado donde estuvo interna tampoco quiere hacerse cargo de ella. «Dicen que al ser un ingreso voluntario en el momento ella se encuentre bien puede firmar el alta e irse, pero lo cierto es que no quieren saber nada de ella porque les ha dado problemas y enseguida que tienen alguien que les genera más dificultades, y que realmente necesita de tratamiento, se lo quitan de encima», critica el padre de esta joven valenciana.

«Ya les dije que era agresiva, se lo advertí, pero como tienen pocas plazas al menor problema la tiran fuera, y eso que pagamos 2.200 euros al mes», lamenta su madre haciendo referencia a varios incidentes protagonizados por su hija, como escaparse del centro y agredir a una trabajadora con una grapadora.

Mayor concienciación social

Es precisamente este problema, la falta de plazas y centros especializados para el tratamiento de enfermos mentales, uno de los principales caballos de batalla de la Asociación Valenciana de Trastornos de la Personalidad. Este colectivo, formado por familias y pacientes con trastorno límite de la personalidad, nació el pasado mes de mayo con el objetivo de facilitar la vida a los afectados dando asistencia y orientación tanto a enfermos como a sus familiares. «Nuestro fin es crear una mayor conciencia social de la existencia de esta problemática y divulgar sus conocimientos y la experiencia adquirida», indicó Roser Mut, presidenta de la asociación. «Así como obtener un reconocimiento oficial de esta patología en todos aquellos ámbitos que corresponda con el fin de garantizar los derechos fundamentales de los afectados y de sus familias y conseguir que las autoridades públicas destinen los recursos necesarios para la detección y tratamiento de los Trastornos de Personalidad», remarcó Vicente Ferrer, secretario de Asvatp.

 

Fuente: El mercantil valenciano