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Distimia

¿Qué es la distimia?

La distimia, también llamada trastorno distímico, se define como un tipo de trastorno afectivo o del estado de ánimo que a menudo se parece a una forma de depresión mayor menos severa, pero más crónica. Sin embargo, las personas que tienen distimia también pueden experimentar a veces episodios de depresión mayor.

La depresión es un trastorno depresivo que afecta al cuerpo, al estado de ánimo y a los pensamientos. Puede afectar o alterar radicalmente la alimentación, el sueño y la manera de pensar, pero no es lo mismo que sentir tristeza o estar decaído, ni tampoco es indicio de debilidad personal ni constituye un estado que pueda disiparse o modificarse a voluntad. Las personas que sufren una enfermedad depresiva no pueden simplemente "recobrar el ánimo" y reponerse. A menudo es necesario el tratamiento que, a veces, es incluso decisivo para la recuperación.

Existen tres tipos de depresión que pueden clasificarse en tres grupos principales:

  • Depresión mayor
  • Trastorno bipolar
  • Distimia

¿A quién afecta la distimia?

La distimia se presenta en el 5-6% de la población general. Es más frecuente en mujeres menores a 64 años en comparación con los hombres de cualquier edad.

¿Cuáles son los síntomas de la distimia?

A continuación, se enumeran los síntomas más comunes de la distimia, que son menos severos pero más crónicos que los de la depresión mayor. Sin embargo, cada individuo puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:

  • Tristeza, ansiedad o sensación de "vacío" persistentes. 
  • Pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban. 
  • Llanto excesivo. 
  • Mayor inquietud e irritabilidad. 
  • Menor capacidad de concentrarse y tomar decisiones. 
  • Disminución de la energía. 
  • Pensamientos de muerte o suicidas, intentos de suicidio. 
  • Aumento de los sentimientos de culpabilidad, desamparo y, o desesperanza. 
  • Alteraciones del peso y, o del apetito debido a comer de forma insuficiente o excesiva. 
  • Alteraciones en los hábitos del sueño. 
  • Aislamiento social. 
  • Síntomas físicos que no ceden ante los tratamientos estándar (por ejemplo, dolor crónico, dolor de cabeza). 

Para un diagnóstico de distimia, un adulto debe presentar un estado de ánimo deprimido durante al menos dos años (un año en los niños y adolescentes), junto con por lo menos otros dos síntomas de depresión (señalados arriba). Los síntomas de la distimia pueden parecerse a los de otros trastornos psiquiátricos. Consulte siempre a su médico para el diagnóstico.

¿Cómo se diagnostica la distimia?

Como se ha comprobado que a menudo la depresión coexiste con otras enfermedades médicas como cardiopatía, cáncer o diabetes, y también con otros trastornos psiquiátricos como el abuso de drogas y la ansiedad, el diagnóstico y tratamiento en las etapas iniciales son cruciales para la recuperación. A menudo el diagnóstico se hace después de un examen psiquiátrico minucioso y una historia médica realizados por un psiquiatra u otro profesional de la salud mental.

Tratamiento de la distimia

El tratamiento específico de la distimia será determinado por su médico basándose en lo siguiente:

  • Su edad, su estado general de salud y su historia médica. 
  • Qué tan avanzado está el trastorno. 
  • Su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias. 
  • Sus expectativas para la trayectoria del trastorno. 
  • Su opinión o preferencia. 

El tratamiento puede incluir cualquiera de los siguientes elementos o una combinación de ellos:

  • Medicamentos antidepresivos (especialmente cuando se administran en combinación con la psicoterapia, resultan muy eficaces para el tratamiento de la depresión). 
  • Psicoterapia (en la mayoría de los casos, terapia cognitivo-conductual o interpersonal orientada a modificar la visión distorsionada que tiene el individuo de sí mismo y de su entorno, con énfasis en las relaciones complicadas y la identificación de los factores de estrés en el entorno para aprender a evitarlos). 

Dado que los episodios de distimia suelen persistir más de cinco años, puede ser necesario el tratamiento a largo plazo.