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Noticias sobre el trastorno límite de la personalidad.
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Uno de cada cien españoles puede padecer un trastorno límite de la personalidad, que conlleva conductas como la autolesión, la autodestrucción y un alto riesgo de suicidio.
El profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York Manuel Trujillo informó ayer, durante el Simposio sobre Abordajes Psicoterapéuticos de los Trastornos de la Personalidad, organizado por la Fundación Castilla del Pino, que el porcentaje corresponde a estadounidenses afectados por este trastorno, si bien el dato se puede extrapolar a España. El encargado de este estudio sobre el trastorno límite de la personalidad, el codirector del Instituto de Desórdenes de la Personalidad de Nueva York, John Clarkin, subrayó la importancia de definir un tratamiento para abordar este tipo de enfermedades, calificadas de "muy graves para quienes la padecen y su entorno", ya que además del sufrimiento personal del paciente y de presentar una desregulación de las emociones, también "conectan mal" con los demás y crean conflictos a quienes conviven con ellos. Para definir una terapia adecuada a este tipo de enfermedad, Clarkin propuso "buscar qué pasa en su cerebro" cuando los pacientes afrontan experiencias tristes o estresantes.
Los afectados por trastornos límites de la personalidad tienen dificultades para controlar su comportamiento impulsivo y modular las emociones, de forma que cuando llegan a una situación definida como "tormenta afectiva" por los expertos, les resulta difícil alcanzar nuevamente la "zona normal" emocional hasta que "arman el gran lío", cometiendo actos impulsivos o autolesiones.
Fuente: EFE
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Afecta al 4 por ciento de la población y uno de cada cinco requieren ingreso hospitalario en algún momento de su vida por alguna crisis
La profesora titular de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, María Inés López-Ibor, afirmó hoy que en los últimos años están aumentando en España los casos de trastorno límite de personalidad entre adolescentes, dado que se conocen mejor los síntomas y se diagnostican más, al tiempo que también ha aumentado el estrés ambiental a estas edades.
Según los datos que maneja esta experta, que mañana participa en unas jornadas sobre este trastorno que se están celebrando en el Instituto de España, esta patología afecta a entre un 2 y un 4 por ciento de la población, siendo más frecuente en mujeres y cuyos primeros síntomas aparecen en la adolescencia, entre los 14 y 16 años.
Los síntomas son "muy variados" y están relacionados con otros trastornos de afectividad o alimentarios. Así, explicó la doctora López-Ibor, son "pacientes con baja tolerancia a la frustración, con ataques de ira y cólera, tendencias a perder el control, autoagresivos que se generan heridas, con un fuerte sentimiento de soledad, vacío o inferioridad, y que generalmente no están contentos con el mundo".
A pesar de que tras este cuadro clínico puede haber factores genéticos --se han detectado familiares de primer grado con bajos controles de los impulsos o tolerancia a la frustración-- y biológicos, con alteraciones en neurotransmisores u otras áreas del cerebro, esta psiquiatra explicó que "en función del ambiente de estrés, las malas relaciones y otros hábitos como el consumo de drogas, tranquilizantes y alcohol hacen que que el paciente "tenga más posibilidades de desarrollar el trastorno".
En este sentido, advirtió de que actualmente los adolescentes están sometidos a más presión, estrés, "en un entorno en el que es habitual el consumo de drogas y en una sociedad del bienestar en la que 'lo quiero todo y ya'. En definitiva, hay más estrés ambiental", según López-Ibor.
Por ello, esta experta recomendó a los familiares a acudir al especialista en caso de percibir cualquier anomalía que pueda "confundirse con una adolescencia complicada", ya que se pueden generar fuertes crisis que requieran incluso tratamiento hospitalario. De hecho, un 20 por ciento son ingresados en algún momento de su vida "por alguna crisis o épocas más complicadas".
No obstante, el diagnóstico es "cada vez más preciso" y el paciente mejora mucho una vez iniciado el tratamiento, que combina una parte farmacológica, para incidir en los aspectos biológicos de la enfermedad (antidepresivos, estabilizadores del ánimo, en función de los síntomas), y otro psicológico conductual y cognitivo, "para que aprendan a manejar sus frustraciones y controlarlas".
Fuente: EUROPA PRESS